La cromoterapia o terapia del color es un arte milenario que ya emplearon los egipcios en los templos sanatorios de luz y color; al igual que griegos y otras antiguas civilizaciones de la India y China. Es aquella que emplea el color o frecuencia vibratoria de la luz para combatir alteraciones del organismo. ¿Cómo? Haciendo que la vibración de los colores se ponga en resonancia con la vibración de nuestro campo bioenergético o aura. Nuestro organismo cuenta con doce vibraciones y a cada una de ellas le corresponde una vibración cromática que, aplicada sobre los meridianos o puntos de la medicina tradicional china, permite reequilibrar y armonizar el funcionamiento de nuestro cuerpo.
La vibración cromática actúa en nuestro organismo tanto de fuera a dentro como de dentro afuera. Por eso, el color influye en nuestro organismo a trasvés de la ropa que llevamos, los alimentos que ingerimos, los rayos de luz solar o artificial que aplicamos sobre nuestra piel, la respiración y meditación cromática… Está comprobado, por ejemplo, que las personas que cambian con frecuencia el color de la ropa que llevan tienden a mantenerse más sanos. Igualmente, es sabido que, por ejemplo, el color azul induce a la relajación y el reposo, el verde, a la calma y el equilibrio; y el rojo, al trabajo y la acción.
Aplicando directamente sobre la piel las diferentes frecuencias vibratorias de los colores, especialmente en los puntos de acupuntura, se logran calmar dolores, combatir estados depresivos o de estrés, activar el sistema inmunológico, y, en definitiva, equilibrar el funcionamiento de los diferentes órganos vitales del cuerpo.