Como otras terapias alternativas, la musicoterapia tiene un origen ancestral. Casi todas las grandes culturas de la antigüedad eran conscientes del poder de la música y sus efectos psicofísicos en el ser humano. Cantos, salmodias, susurros, mantras han sido empleados para inducir estados de conciencia con fines catárticos y religiosos.
Esta sabiduría tradicional está ahora avalada por numerosos estudios científicos que demuestran que la música y sus componentes fundamentales: escalas, tonos, estructuras rítmicas,…, producen patrones de actividad eléctrica cerebral. Y si partimos de la base de que gran parte de las enfermedades tienen su origen el cerebro, que es quien transmite a una parte del cuerpo un estímulo determinado que reproduce una enfermedad, la musicoterapia lo que busca es hacer llegar al cerebro los estímulos adecuados para anular o contrarrestar aquellos que están produciendo el malestar.
No hace falta ser un científico para comprobar cómo el sonido y los campos de energía que éste crea afecta al ser humano: ralentiza o acelera nuestra respiración, nuestro pulso, nuestra presión arterial; eleva o baja nuestra temperatura corporal; nos hace sentir alegría o tristeza, nos empuja a la acción, al movimiento o a la pasividad,…
La musicoterapia no está sólo indicada para tratar enfermedades, también es muy útil para personas sanas que buscan un mayor bienestar en todos los sentidos. Está demostrado de manera científica que la música desarrolla la creatividad, mejora el aprendizaje, ayuda a la socialización, al manejo del estrés y de la agresividad, así como al conocimiento de nuestros sentimientos y emociones.
Hay muchas formas de utilizar el sonido con fines terapéuticos, pero muchos son los que apuntan que la herramienta más poderosa es el canto armónico, porque podemos proyectar a la parte enferma la frecuencia de resonancia correcta a través de nuestras propias voces.
Los sonidos son frecuencias electromagnéticas que pueden ser utilizadas de manera semejante a como lo son los colores en la cromoterapia.