Lo que nació para reparar daños causados por accidentes, enfermedades o anomalías congénitas, se ha convertido hoy en un medio para tratar a pacientes sanos que lo que buscan es mejorar su aspectos externo conforme a unos cánones estéticos que no siempre perduran a lo largo del tiempo. Aumentar o disminuir el tamaño de las mamas, cambiar la forma de la nariz, la boca, los ojos o las orejas, subir pómulos, quitar bolsas y ojeras, modelar glúteos, muslos y pantorrillas, eliminar arrugas… Cualquier cosa, con tal parecer más bellos y más jóvenes, más delgados y atractivos, más vitales, más saludables. Y ya no son sólo las mujeres las que están dispuestas a asumir los riesgos y el coste económico de este tipo de intervenciones quirúrgicas. Ahora también los hombres se suben a este carro de la estética.
El miedo que provoca este tipo de intervenciones es cada vez menor gracias a que las técnicas son cada día más seguras y menos agresivas, y las secuelas también son ahora menos visibles que antaño. Pero esto no nos debe hacer olvidar que entrar en un quirófano siempre entraña riesgos. Y a los propios que conlleva cualquier operación quirúrgica, a este tipo de cirugía se pueden añadir otros que nos hagan llegar a decir aquellos de que ha sido peor el remedio que la enfermedad. Asimetrías, el llamado lifting face o rasgos tensos provocados por un estiramiento excesivo de la piel, incremento exagerado de pechos o labios,…
El abaratamiento de los costes de la cirugía estética también ha sido decisivo para que sean más y más los que pasar por el quirófano para mejorar su aspecto físico. Pero en este sentido, también hay que tomar precauciones y desconfiar de precios demasiado bajos.
Para mayor información, la Sociedad Española de Cirugía Plástica Reparadora y Estética (Secpre) cuenta con su propia web: www.cirugia-plastica.org, y una línea telefónica: 902 406 090.