Historias de Pedreña III
Pedreña, 10 de mayo de 2002
Pedreña es el pueblo con más profesionales de golf de España. Desde que se construyó el Real Club de Golf en 1928, son tres las generaciones de profesionales que han crecido, trabajado y jugado en el campo. Cuatro de ellos participan esta semana en el torneo del Peugeot Oki Tour de España, Manolo Ballesteros Sota, Santiago Sota, José Antonio Sota y Raúl Ballesteros, que lleva Sota en su tercer apellido.
El apellido Sota va muy unido a la historia de Pedreña, 14 profesionales Sota, de primero, segundo, tercero o cuarto apellido, pertenecen a este Club. Siete fueron los hermanos de la primera generación, Alfonso, Suca (Inés), Ascensión, Carmen, Ramón, Marcelino y Pedro, estos tres últimos profesionales, y aunque Alfonso hizo mucho de caddie, nunca llegó a serlo.
Carmen se casó con Baldomero Ballesteros y tuvieron cuatro hijos profesionales, Severiano, Vicente, Manuel y Baldomero, padre de Raúl, también profesional. Por lo tanto de esta rama salieron cinco.
Pedro, profesional, tuvo tres hijos, Pedro, Santiago - a su vez padre de Patricia, primera mujer profesional de Pedreña que actualmente participa en el Circuito Europeo Femenino - y Maribel, madre de José, también profesional dedicado a la enseñanza, lo que da un total de cuatro por esta rama.
Marcelino, "Lin", profesional, tuvo dos hijos y dos hijas, que ejercen otros trabajos.
Y Ramón, profesional, tiene una hija y tres hijos que han seguido sus pasos, Ramón y Gabriel, que se dedican a la enseñanza y José Antonio, "Toñín", que participa en el Peugeot Oki Tour de España. Sumándolos, nos dan tres de la primera generación, ocho de la segunda y tres de la tercera, total 14 profesionales.
Severiano Ballesteros Sota es el más conocido, su palmarés habla por sí solo, 93 victorias que incluyen cinco Grandes, tres "jarras de clarete de plata" del Open Británico y dos "chaquetas verdes" del Masters de Augusta. Ha conseguido ganar en los cinco continentes, puso España en el mapa del golf mundial, colocó el Circuito Europeo de la PGA en el lugar que ocupa ahora, logró que cambiasen las normas de la Ryder Cup haciendo que el equipo fuese Europeo y no sólo británico, formó junto con su gran amigo José Mª Olazábal la mejor pareja de la Ryder Cup, número uno de Europa, número uno del mundo...
Pero el que abrió camino fue Ramón, que, como toda la familia, empezó de caddie en el Real Club de Golf de Pedreña: "Mi padre era labrador y mi madre hija de un hombre que tenía muchas tierrucas, eran los bisabuelos de Seve. Aquí en el golf empezó trabajando mi hermano Alfonso, aunque yo nunca le vi de caddie por ser mayor que yo, también Pedro hacía de caddie. Aquellos primeros años fueron malos, esto estaba recién hecho y casi no había trabajo, venía muy poca gente a jugar.
Yo empecé de caddie a los nueve años, había hambre y recuerdo muchas calamidades, veníamos a ver si ganábamos algo pero era difícil. Los pequeños como yo casi no tirábamos de la bolsa, más bien recogíamos las bolas. Las bolsas no pesaban como las de ahora y podíamos con ellas, eran más pequeñas y los palos de caña de madera, lo malo era que había que lijarles la cabeza de hierro, eso no nos gustaba, y luego había que darles con la balleta un poco de aceite.
Por 18 hoyos nos pagaban 5 pesetas, que daban para bastante. A mi madre le costaba 40 pesetas al mes la clase de la escuela donde yo iba, o sea que yo sabía que tenía que dar por lo menos ocho vueltas para poder pagarla.
Teníamos tres categorías de caddies y yo fui ascendiendo y aprendiendo hasta la primera, que ya me daban 11 ó 12 pesetas, te hablo del año 50, más o menos. Teníamos los campeonatos de caddies, yo no sé si gané el primero, pero el segundo sí lo gané y a partir de ahí todos. Me gustaba mucho jugar.
Me hice caddie profesional a los 16 años y le llevaba la bolsa a un señor que ese sí que me pagaba bien, 100 pesetas la vuelta, además, me dejaba jugar con él. Un día, en el hoyo 13, él tenía punto, yo le tiré un golpe de segundo fenomenal, la dejé dada, y me dijo "Ramonín, eres un perro, me has fastidiado, yo tenía punto y me has ganado. Eres un gran caddie pero demasiado buen jugador para mí", y ese día perdí a un gran cliente.
Con 18 años me hice profesional y en 1956 gané mi primer Campeonato de España aquí en Pedreña. A los 19 tuve un año malo y decían que yo era un cuento, que no iba a hacer nada, pero yo sabía que no era así, yo veía mi camino y me entraba por uno y me salía por otro lo que dijeran.
El primer torneo que jugué en Europa fue el Spalding, en Moor Park, Inglaterra y quedé 10º. Mi hermano "Lin" trabajaba con Antonio Lavín, que era diplomático en Londres, y me dijo "tienes que venir a jugar aquí". La segunda buena actuación fue en St. Andrews, en el Open Británico, donde quedé 11º, era el año 61. En Moor Park, "Lin" vio cómo un espectador, que debía ser inglés, pisó mi bola que estaba bien colocada, y cómo otro, a quien le pareció una injusticia, la sacó con la punta del paraguas, él lo vio todo. En el Open Británico estábamos entrenando un día, cuando un cuervo se llevó la bola pensando que era un huevo, que les gustan mucho.
Aquellos torneos eran preciosos, no había nada de todo lo que hay ahora, coches de cortesía, carpas, pancartas, televisiones, nada de nada, no había ni restaurantes (ahora hay uno en cada esquina) y cenábamos en el hotel. Con "Lin" íbamos a jugar los torneos del sur de Francia, Biarritz, Chantaco, La Nivelle, nos montábamos en la "vespa", atábamos unos cuantos palos debajo del asiento de la moto y allá que nos íbamos, entonces no había otros medios, teníamos que ir haciendo paradas todo el tiempo. Un día hubo un tormenta muy grande, llovía mucho y pensé que la moto no podía pasar un gran charco con los dos, vi un camión y me tiré, me agarré de la puerta y pasé por el agua. "Lin" no pudo pasar y allí se quedó, ¡menuda bronca me echó!.
En el 63 gané el Open de España en El Prat, el campo más difícil de España, las bolas se quedaban colgadas de los árboles, gané holgadamente, fue la primera vez que cobré un cheque importante. En el 63 todavía no nos sobraba nada. Ese año quedamos segundos en la Copa del Mundo Sebastián Miguel y yo, nos ganaron Palmer y Nicklaus.
La primera vez que monté en un avión fue ese mismo año, fuimos de Barcelona a Milán haciendo una parada en La Costa Azul, para jugar el Open de Italia, iba con los hermanos Miguel. Yo iba elegante, llevaba un traje precioso de gabardina, nunca había comido espaguetis y en lugar de darles la vuelta con la cuchara, se me cayeron todos encima y los compañeros se reían, estropeé la chaqueta. Todavía yo no estaba curtido, me veía perdido, tenía 19 años y no veía la forma de medirme con aquellos campeones, ellos eran todos jugadores hechos.
En el 64 jugué mi primer Masters de Augusta y en el 65 quedé 6º, lo ganó Nicklaus. Era la primera vez que veía un campo como yo me había imaginado que tenían que ser, era duro, los greenes endemoniados, eso no lo han cambiado en Augusta. Los golpes tenían que caer en el sitio justo donde se pudiera patear, en todos los hoyos me di cuenta que era así y me impresionó, ¡por algo es el Masters!. Es un campo precioso, el más bonito de todos y muy difícil, con los lagos, los pinos, el colorido de esa época del año. Aunque el más difícil que he visto es Pebble Beach, jugué allí un Pro-Am, ¡qué maravilla!
En España tenemos muy buenos campos, no he tenido la suerte de jugar Valderrama, de ese no puedo hablar, pero Las Brisas, Sotogrande, Club de Campo... auque no le hay tan bonito como Pedreña, no le encontré igual en todo el mundo, no hay otra finca como Pedreña. Este sigue siendo muy bueno para aprender, aquí hay que jugar bien los 14 palos de la bolsa para hacer resultado.
De los de mi época, yo era muy amigo de Roberto de Vicenzo, era muy majo, me decía "Sota, cuando Nicklaus juega normal, el resto jugamos para los segundos". Me recuerda a lo que hace ahora ése Woods ¡todo lo hace bien!, domina al resto con una facilidad, que no le aguantan sus 16-18 bajo par, ¡qué tío!.
Recuerdo a Seve cuando era pequeño, le hacía de caddie a un pediatra que también le dejaba jugar y de cuando en cuando le daba entradas para el Racing, me decía "Ramonín, éste, ya verás tu los dólares que va a ganar", jugaba bárbaro. Un día Seve estaba tirando bolas y me dijo "mírame un poco", se concentraba y las tiraba muy rectas, yo le dije "te falta una cosa, que vayan más lejos", me miró y me contestó "ya irán, ya irán". Alrededor del green era un malabarista, yo pensé que iba a ser diferente a los demás, pero ¡quién iba a pensar que ganaría cinco Grandes, nadie podía calcular dónde llegó!".