Historias de Pedreña II
Pedreña, 9 de mayo de 2002
La primera vuelta de la quinta prueba del Peugeot Oki Tour de España que hoy debía haber empezado en el Real Club de Golf de Pedreña ha sido aplazada por causa de la lluvia. Carlos Marín, Director del Torneo, lo anunció a las 13:30h, después de haber estado esperando durante toda la mañana a que dejase de llover y mejorasen las condiciones del campo: "El campo ha mejorado sensiblemente, pero hay 13 greenes que siguen estando impracticables y las calles están en mal estado ya que no ha parado de llover. Hemos mantenido conversaciones con los patrocinadores y ya se ha tomado la decisión de reducir el torneo a dos vueltas. En el caso de no poder jugar mañana en todo el día, el torneo se cancelaría".
Hoy ha sido un día de mucho mus, mucho dominó y, sobre todo, muchas tertulias. José Antonio Rozadilla, "Chani", el jugador de Pedreña, recordaba sus tiempos de caddie: "Empecé a hacer de caddie con 14 años y me acuerdo de mi primer sueldo por 9 hoyos, me dieron 60 pesetas. Mi padre (Ramón) era encargado del campo, estaba con Marcelino Sota al mando de los obreros. Yo iba al colegio y cuando salía me venía a hacer de caddie, entonces solo teníamos dos salidas, o al golf o al mar a pescar navajas, cangrejos... o lo que encontrábamos.
Había tres categorías de caddies y yo era de la tercera, a los 17 años me hice aspirante y a los 22 profesional. El primer Open de España que jugué fue el del Club de Campo que ganó Sam Torrance en el 82 y yo no pasé el corte.
Hacíamos campeonatos de caddies y cuando subí a la primera categoría lo gané cinco o seis años seguidos. El campo de prácticas, los pares tres y el aparcamiento de abajo todo era playa; allí jugábamos los 30 ó 40 chavales que éramos caddies. Jugábamos al golf, al fútbol, a los barcos que nos hacíamos con cañas y maderas que nos encontrábamos, también jugábamos a la raya con los duros - tirábamos los durillos y el que quedaba más cerca de la raya cogía un puñado, elegía cara o cruz, los tiraba al suelo y todos los que quedaban como había dicho, se los quedaba -, a las canicas jugábamos en la caseta de los caddies. ¡Rollos de chiquillos que nos montábamos, menudas liábamos!
Yo era travieso y tenía mala leche, era enredador, siempre me estaba llevando broncas de mi padre y del caddie master y cada dos por tres me daban una semana "de vacaciones".
Me gustaba mucho jugar al fútbol, jugaba por la banda, me gustaba el regate, driblar, tenía habilidad. Severiano, sin embargo, jugando al fútbol era torpón, no se desenvolvía bien, él estaba todo el día en el campo de prácticas, entrenaba a todas horas. Una vez le vi en el hoyo 2 sacar de bunker con un hierro 3 y aluciné con él, las dejaba donde quería, con una facilidad increíble.
Hacíamos muchas trampas de caddies, ¡a ver qué íbamos a hacer!, nos decían que nos pagaban más si ganaban el partido y les "ayudábamos" a ganarlo pegándole patadas a la bola. Otras veces era al contrario, queríamos bolas para jugar luego nosotros y las que iban al rough las pisábamos y les decíamos que se habían perdido - bueno, eso sólo se lo hacíamos a los ingleses -, volvíamos luego y las cogíamos. Pero también nos las quitaban, porque a veces había uno de nosotros medio escondido que veía dónde pisábamos la bola y antes de que volviéramos ya había ido a llevársela. El caddie master nos registraba los bolsillos todos los días para ver cuántas bolas llevábamos. Lo que más rabia nos daba era que nos ponía a dar una batida y a recoger todos los papeles y eso nos ponía enfermos.
El campeonato de caddies de la segunda categoría me lo ganó Monchi (hoy trabaja aquí en el campo). Los cuatro del partido habíamos acordado que nos quitábamos por lo menos un golpe por hoyo y el que menos hiciera en el 18 ése ganaba. Quitarse golpes y colocar la bola, eso era muy normal. Monchi hizo uno menos en el 18 y me ganó. Era la ley del pillo.
Siempre que podíamos nos escapábamos a jugar, saltábamos la tapia y nos colábamos al campo. Mi padre tenía una perra que se llamaba Cantabria; cuando nos pillaba jugando nos tenía que echar del campo, nosotros al verle acercarse echábamos a correr para que no nos cogiera y más de una vez soltábamos los dos o tres palos que teníamos y nos subíamos a un árbol, pero él tenía a la perra enseñada y la muy... se quedaba debajo del árbol ladrando y sacando los dientes y así nos tenía mi padre ¡igual hasta dos o tres horas!
A mi padre le llamaban "Caballuco", aquí casi todos teníamos motes, Pacón, Cabeza Pepino, La Bruja, Pegón, El Rápido, Pelotero, Polvorilla, La Zorra, El Negro, El Brujo, El Sordo, Parrucho, Chani, Chico...