Málaga, miércoles 12 de junio de 2002
La sala de prensa del Campeonato de España-Banco Atlántico, que desde mañana jueves 13 al domingo 16 se disputará en Guadalhorce Club de Golf, se transformó hoy en sala de televisión. Jugadores, caddies, patrocinadores, federativos y socios del club presenciaron el partido de España en el Mundial. (Adjuntamos fotos para periódicos y revistas).
El ambiente, indescriptible. Todos los que terminaban de jugar el Pro-Am llegaban corriendo, ni ducha, ni bocatas, ni nada, derechos a ver el partido; los que salían a jugar tarde veían un rato y se iban pidiendo que por favor, a su paso por el hoyo 9, les contáramos si habían metido otro gol. Chillidos, la ola en las filas de butacas, exclamaciones, suspiros, gritos "¡Vamos Raúl! ¡Olé Morientes! ¡Viva España! ¡Qué grande eres Mendieta, viva la madre que...!". También algún "¡goooooooooool!" como experimentados comentaristas de fútbol.
En Guadalhorce Club de Golf practican varios profesionales que compiten en casi todos los circuitos: Miguel Ángel Jiménez, Carlos Rodiles, Joaquín Millán, Tomás Jesús Muñoz, Patxi Amatriaín, Ricardo Jiménez, Víctor Casado, Óscar Sánchez y Ana Belén Sánchez. Además, están los profesionales que imparten clases: Manolo Díaz, Sebastián Bruna y José Benítez, y algún amateur de fama internacional, como es el caso de Pablo Martín, ganador del British Boys en la pasada edición.
Todos los profesionales coinciden al afirmar que "en Guadalhorce nos sentimos como en nuestra propia casa. El trato que recibimos de Varo - gerente del club - y de todos los socios es excepcional. Aquí nos dan todo tipo de facilidades, bolas de prácticas, jugamos cuando queremos, jamás nos han puesto una pega para nada, en pocos clubes nos tratan como aquí".
Algunos de estos profesionales pertenecen a la última generación de los que primero fueron caddies, como es el caso de Miguel Ángel Jiménez, que recuerda sus principios: "Me acuerdo de nuestros primeros viajes, cuando salíamos por ahí a competir y a comernos el mundo. Andrés Jiménez y yo viajábamos en el mismo coche, Miguel Ángel Sedeño lo hacía con Diego Morito y Pascual Jiménez junto a José Mª Buendía. También viajaban a veces y formaban parte del grupo los Parrones y más tarde llegaron Pablo Navarro, Víctor Casado, el Catalán... por supuesto siempre compartíamos las habitaciones.
Los de abajo, los andaluces, íbamos en dos coches. Las carreteras no eran como las de hoy, no había autovías ni autopistas, parábamos en todos los pueblos y siempre que íbamos hacia Valencia o Cataluña el recorrido era el mismo. La primera parada era en Loja a tomar el bocadillo de lomo, la segunda en Puebla de Don Fadrique -el último pueblo de la provincia de Granada- donde había una gasolinera con dos surtidores y un restaurante pequeñito. Allí nos tomábamos unas chuletillas de cordero segureño (de la Sierra de Segura) con ensalada y patatas que estaban divinas, buenísimas. La merienda la tomábamos donde nos entraba la pájara y luego cogíamos la autopista hacia Valencia.
Ahora los jugadores españoles nos llevamos bien, existe una concordia, pero en el fondo hay mucha competencia y cada uno va mirando su olla, a trabajar duro y a dormir. Antes te divertías más, lo pasabas mejor, éramos muchachos de 20 años en los comienzos de nuestra carrera y con toda la ilusión. Los jóvenes de ahora seguro que también van con ese espíritu, pero antes era distinto, éramos como una gran familia.
En 1986 íbamos al Circuito Sub 25, se jugaba en El Escorpión (Valencia), y comiéndonos las chuletillas empezamos a hablar de nuestras inquietudes. Yo les decía "voy a ganar" y me miraban sorprendidos, a lo que les respondía ¿por qué os extrañáis?. Todo el mundo iba con una ilusión y esa era la mía. Recuerdo que gané los dos, El Escorpión y El Saler, y con un poco de recochineo les dije "vosotros habéis venido a verme ganar".
Todos habíamos sido caddies, boleros, habíamos cogido las bolas en el campo de prácticas. La gente que no lleva mucho tiempo jugando no se puede imaginar un campo de prácticas con nosotros al fondo cogiendo las bolas, eso hoy es impensable. Tampoco nos han visto viajar con nuestras propias bolas de prácticas, las llevábamos en una bolsa pequeña, que pesaba muchísimo e íbamos a todas partes cargando con ella.
Creo que nosotros fuimos los últimos caddies, Santi Luna, José Manuel Carriles... Yo hacía de caddie los fines de semana para ganarme unas perrillas, empecé a los 14 años, a los 15 dejé el colegio y me coloqué cinco meses en un taller mecánico durante el verano y luego en septiembre volví al golf. Allí (Torrequebrada) venían muchos extranjeros, pero el campo de prácticas estaba a un kilómetro del club y la gente no entrenaba.
Mi primer coche fue un 124 de segunda mano, más cascado que Cascorro, pero andaba, nos movíamos por la Costa del Sol, hacíamos unas "pools", jugábamos nuestros partidos y siempre apostábamos, estábamos más tiesos que la mojama y había que sacar las pelas al contrario. El 124 consumía más aceite que gasolina, le pisaba el pié a fondo y no lo soltaba hasta que no llegaba a destino. Más tarde, en 1987, me compré un Peugeot 205, me avaló mi hermano Juan y entonces empezamos a viajar en él, antes lo hacíamos en el XR2 de Andrés y en un R18 familiar de su padre.
Yendo a Lyon, donde gané el torneo, el coche me fallaba, había pasado por Madrid a recoger a Manolo Montes e iba pegando petardazos por el camino, paré en un taller y no encontraron el fallo. Llegamos a Lyon pegando empujones, paramos, desmonté el carburador y ése era el problema, estaba lleno de pelusas.
Entonces, cuando ganábamos, invitábamos a una copa. Era poco lo que se ganaba y éramos un poco agarrados, íbamos muy apretados, pero ¡qué menos que una copa! Ahora, cuando gano o quedo bien por ahí, invito en el Canana y en el Chico, a toda la gente de Churriana que está en esos dos bares.
Cuando viajábamos en esos años yo era el que menos experiencia tenía de todos, los demás de picardía andaban más picados que yo. A mi me ayudaba Torrequebrada, me financiaban, me pagaban las facturas que les presentaba.
Mi ilusión siempre era ganar, ahora ya no tengo 20 y pocos años como entonces; nos vamos haciendo mayores y las circunstancias de la vida nos van cambiando y llevando hacia otros valores, como la familia, y todo eso te hace ver las cosas de manera distinta. Me hace falta reencontrarme con la misma ilusión de ganar, porque juego hay para rato.
Lo que hacemos ahora es recordar aquellos viajes y la primera semana de enero nos juntamos cinco matrimonios, Víctor (Casado), Andrés (Jiménez), Pascual (Jiménez), José Mª (Buendía) y yo, con nuestras mujeres, y nos escapamos unos diítas a una casa rural por la sierra, por Cazorla, las Alpujarras o la Sierra de Segura. Yo llevo el jamón y el vino, los alicantinos se traen la huerta, las verduritas, las naranjas, pimientos, tomates, los chícharos (guisantes), todos llevamos algo y vamos con muchas ganas de disfrutar y de cachondeo.
No hay horario, te levantas y empiezas con el pan con aceite, queso y jamón, luego te vas a ver los pueblos, a hacer senderismo, a ver el nacimiento de los ríos, a visitar una almazara, a los lugareños les encanta explicar el proceso del aceite. Al medio día tapeamos donde nos coja y, por la noche, los festines. Le damos bien al jamón, siempre lo parto yo, para partir el jamón hay que hacer un swing bastante plano, tirando a 'flat'. Echamos mucha leña para la chimenea, ponemos música, jugamos al Scatergories, al Trivial, echamos partidas al cinquillo, y charlamos de nuestras cosas. A veces hasta hemos hecho una fiesta de disfraces, el 5 de enero celebramos mi cumpleaños y las bodas de Pascual y mía.
En América echo mucho de menos todas estas cosas, la comida, por ejemplo, no tiene nada que ver; allí no conoces a la gente, a veces yo ceno con Esteban Toledo, Carlos Franco, Chema (Olazábal), con los de los palos, pero todo es distinto. Yo creo que América lo debía haber hecho antes, no ahora que tengo 38 años, lo tenía que haber hecho cuando el empuje era fuerte y bueno".