Fue en los siglos XVII y XVIII cuando se organizó la estructura de las ganaderías partiendo de las castas originales, que en Andalucía fueron: la de Cabrera, cuya ganadería actual representativa es la de Miura; la de Vistahermosa, que tiene varias líneas, pero que una de las más renombradas es la de Juan Pedro Domecq; y la Vazqueña cuya sangre se encuentra en la actualidad en la ganadería de Concha y Sierra.
Es el arrojo del hombre, el riesgo sin medida, el orgullo, la voluntad y la propia esencia del ser humano lo que hace que se encuentre con el toro. Primero como cazador, después como fiesta, ahora como espectáculo de arte, en ese inverosímil juego de vida y muerte que se realiza en el ruedo. Los árabes esquivaban con sus capas las embestidas de los toros, El Cid Campeador los alanceaba y en Andalucía como en otras tierras, se construyeron plazas maestrantes, como la de Sevilla, Ronda y Granada para que los caballeros practicaran a caballo las diferentes suertes. Aquellos ayudantes de a pie, que a los caballeros auxiliaban también se veían en lances peligrosos y por consiguiente también debían sortear las embestidas de los cornúpetas, hasta que terminaron siendo los protagonistas de los juegos de toros, que con el paso del tiempo se convertirían en el espectáculo que ha llegado a nuestros días. La corrida.