Quiero hacer mía la filosofía de Félix Grande que ha visto, más allá de una fiesta, de un espectáculo; la importancia que tiene para el hombre el rito que, en una tarde cualquiera desde nuestra más arcaica historia hasta los confines del mundo conocido, da significado a este juego de vida y muerte. El hombre, ser poderoso, dominador de la creación, moldeador de voluntades y ejecutor de obras increíbles lleva sobre sus espaldas el terrible peso de la omega. El hombre creador no puede sin embargo con el fin. Tiene miedo a la muerte. Ese trauma cuyo origen hay que buscarlo en el mismo nacimiento, no puede ser consolado. Le ahoga, le asfixia.