A pesar de su impresionante legado histórico, Sevilla ha sido una de las ciudades más progresistas de España durante este siglo. Durante 1920, cuando se trabajaba en el redireccionamiento del Guadalquivir y se construían las fábricas y el nuevo puerto que sustentaron el crecimiento económico, los Sevillanos decidieron celebrar un exposición. En un alarde de energía convirtieron toda la parte sur de la ciudad en una zona de bulevares y jardines. El corazón de todo ello es el Parque de María Luisa, un kilómetro paradisiaco de palmeras, naranjos, olmos y pinos mediterráneos, cubierto de flores, con sus fuentes, sus pabellones y pequeñas casas escondidas. Hoy que ha crecido toda aquella vegetación entonces plantada, se puede realmente apreciar la genialidad de los arquitectos. Es sin duda uno de los parques más bonitos de toda Europa.
El parque tiene un diseño similar al de la Plaza de España, una mezcla de Art-Decó de los años 20 e imitación Mudejar por el arquitecto, Aníbal González. Por todas partes se encuentran esparcidos edificios de la Feria de 1929, algunas de ellos de gran riqueza, como el edificio de Guatemala, junto al Paseo de la Palmera.
Hacia el final del Parque, los edificios más grandes han sido reconvertidos en Museos. Aquí encontramos joyas arqueológicas de ciudad, como mosaicos romanos, artefactos de la cercana Itálica, junto a una estatua fenicia única de Astarte-Tanit, la diosa virgen que una vez fue adorada por todo el Mediterráneo.
En las proximidades está La Fábrica Real de Tabaco, que se asocia al personaje de ficción, Carmen, que trabajaba en sus salas. Hoy es parte de la Universidad.