Ideado por el fisioterapeuta alemán Joseph Pilates durante la I Guerra Mundial, este método cuenta con el aval de prestigiosas revistas científicas que lo consideran como una opción adecuada para quienes buscan alternativas en el ejercicio preventivo. Se trata de tablas gimnásticas y pautas psíquicas, ejercicios lentos y controlados que tanto en Estados Unidos como en el Reino Unido, forman parte de las terapias de rehabilitación.
Es una técnica compleja y delicada, que tiene sus riesgos, pues su práctica indiscriminada o mal guiada puede causar lesiones. A través de una profunda concentración similar a la del yoga y de ejercicios respiratorios que nos ayudan a relajarnos y a equilibrar el esfuerzo, logramos ser conscientes del funcionamiento de nuestro cuerpo y de sus debilidades, y nos lleva a aumentar el autocontrol y el cuidado de nuestro físico. Una educación corporal que persigue trabajar los músculos superficiales y alcanzar la musculatura perfecta. Respetando las articulaciones y la espalda, estos ejercicios nos permiten lograr el control, la fuerza y la flexibilidad del cuerpo; además de corregir malas posturas, alargar la espina dorsal, mejorar la circulación de la sangre, relajar cuerpo y mente...
Pilates mantenía que en diez sesiones se siente la diferencia, en veinte se ve la diferencia y en treinta habrá cambiado el cuerpo.