Homeopatía

Descubierta por el doctor Samuel Hahnemann a finales del siglo XVIII, la homeopatía se basa en algo que ya conocía Hipócrates, la Ley de Similitud: "Toda sustancia capaz de provocar síntomas patológicos en un individuo sano, es capaz, a dosis infinitesimales, de tratar esos síntomas en un individuo enfermo". Por eso se define como un método terapéutico que consiste en dar al enfermo dosis bajas o infinitesimales de la sustancia que, administradas a dosis altas y a sujetos sanos, provoca en ellos síntomas semejantes o parecidos a los del enfermo.

No todos los trastornos o enfermedades pueden tratarse de forma satisfactoria por medio de la homeopatía. Pero sí da buenos resultados en cefaleas, enfermedades infecciosas o de origen nervioso, trastornos digestivos,… En cualquier caso, un buen médico homeópata sabe que no cura la enfermedad, sino a cada enfermo en particular. Hahnemann observó que las enfermedades no se desarrollan de igual manera en cada individuo, que éstas tienen características particulares en cada persona. Por eso, sólo a partir de los síntomas específicos y de los hábitos de vida de cada paciente, el homeópata puede elegir la opción terapéutica más adecuada en cada caso, porque no existen dos enfermedades iguales, aunque tengan el mismo nombre.

Entre las ventajas de la medicina homeopática están: el empleo de sustancias naturales de origen animal, vegetal y mineral, que no presentan efectos secundarios ni contraindicaciones y que son aptos para todo tipo de pacientes, tanto embarazadas como lactantes, niños, ancianos, diabéticos,…